Ahora que todavía el sol invitaba a salir, acostumbraba a presentarse a media mañana en el Casino y tomarse un café.
—Mediano, largo de leche, por favor. Gracias.
Leía la prensa, saludaba a los vecinos que pasaban junto a ella y contemplaba sin prisa el viejo edificio. Todo tan normal... A veces, ser feliz sólo requiere de respiración lenta en la mañana y agitada en la noche. ¿Para qué más?
131 #setentapalabras
© JM Jurado