Tras enviudar, ella encontró un grueso cuaderno en el que reconoció la letra de su marido. Comenzó a leerlo.
Llegó a la última página en la madrugada. Terminaba con: “María, manda este manuscrito al editor...”. Con los derechos de autor pudo vivir mejor. Pero la revelación de una vida secreta escrita en primera persona, llena de callados odios familiares, relaciones con chicos jóvenes y vicios innombrables la sembró de dudas.
98#setentapalabras
© JM Jurado