Desde hacía dos meses, el mendigo, sentado en el umbral de una casa abandonada, pedía limosna. Todos las mañanas, aquella señora pasaba delante de él y le daba un euro.
Un día, él se atrevió a decirle:
—Necesito veinticinco euros. Son para medicinas.
Ella se los dio.
Veinticinco días después, la señora retomó su camino habitual. Volvió a pasar ante el indigente y a depositar un euro en su mano.
99#setentapalabras
© JM Jurado