Tenía grandes dudas sobre los pecados mortales. A saber: lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia. Desconocía el grado de incurrimiento que debía producirse en cada uno de ellos para ser considerado fatal.
Por eso, cuando estaba con ella amándola con
avaricia, provocando ira y envidia en los demás y con lujuria infinita
alimentaba su gula paseando por su piel, concluía, perezosamente soberbio, que
aquellos debían ser pecados inmortales.
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© JM Jurado