Sonó el despertador. Envueltos aún en
el calor protector y adormecido que habitaba los pliegues de sus
sábanas, parecieron desadormecerse de la memoria de un sueño sin
tiempo. Aquel amanecer, pulsar el botón de apagado del sonido
chirriante fue como apretar el interruptor de reinicio. Se miraron.
Se sonrieron. Se amaron. Que sus camas estuvieran separadas por
cientos de kilómetros era un detalle que, ahora, carecía de
importancia. Estaban juntos.
93#setentapalabras
© JM Jurado