—No lo hagas.
La súplica carecía de firmeza. La voz que reclamaba
quietud sólo era un susurro mientras su cabeza negaba una y otra vez. Pero no supo
controlar el brillo de sus ojos verdes cuando
comenzaron a aclararse. Es sabido, hay lenguajes sin palabras.
Él no apartó su mirada. Cuando puso su dedo en el
borde de los labios de ella y su boca se abrió, no hubo remedio.
67 #setentapalabras
© JM Jurado
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