Cuando el hilo de Twitter se convirtió en una bobina que no dejaba
de dar vueltas, algunos pensaron que aquello no era para tanto. Cuando alcanzó las
dimensiones de una inmensa madeja, ni Ariadna habría sido capaz de escapar de
ese laberinto que se bifurcaba imparable.
Ya nadie necesitaba doscientos ochenta caracteres. Pocas y
gruesas palabras bastaban para manifestarse. Del tema inicial, elegir playa o
montaña, nunca más se supo.
68 #setentapalabras
© JM Jurado