Ella sabía que él pediría más. Pocas veces se conformaba. Era exigente y persuasivo. Lo pedía como sólo él sabía hacerlo, con esa incontestable cadencia en la que un no se transformaba en un agravio. Se acurrucó un poco más entre sus brazos y preguntó:
-Mamá. ¿Me haces unos cereales con
leche?
Ella no pudo negarse. Los hizo.
Después, continuaron leyendo juntos en la penumbra el libro de los enigmas.
54 #setentapalabras
© JM Jurado