Ni cábalas ni dioses podían ayudarles a definir la materia del
futuro, el de los días que habrían de venir. Sólo la incertidumbre encontraba un
hueco entre las palabras y los deseos.
Acomodó su cabeza en su hombro izquierdo, su preferido. Alargó
el brazo y lo enlazó a su cintura, envolviendo el regalo ofrecido por ese
instante. Ya vendrían los días hechos de distancia, cuando el reloj volviera a
funcionar.
41 #setentapalabras
© JM Jurado