Aquella noche la extrañaba con la intensidad de esas madrugadas eternamente desveladas en las que falta el aire, con la añoranza de respirar junto a ella. Necesitaba verla, sentirla cerca.
Salió
de la habitación. Tomó la calle. Esperó frente a su casa. Él sabía que ella terminaría
asomándose al balcón. Sabría que estaba allí.
Comprendió
entonces por qué algunos miran a las alturas cuando buscan la complicidad de
los dioses.
40 #setentapalabras
© JM Jurado