El golpe fue impresionante.
La bola que sacó Garrido en el último punto del último set de aquella final de
dobles impactó directamente en la nuca de su compañero Uribe que,
tambaleándose, terminó cayendo al suelo.
Garrido,
inmóvil, buscó en la primera fila de espectadores a su novia. Ella lo miraba
atónita, asustada, con un temblor distinto al sentido tres horas antes en el
vestuario, entre los brazos de Uribe.
36 #setentapalabras
© JM Jurado