20/12/15

La ilusión y la esperanza



Acabo de llegar de votar, de meter los papelitos en las urnas. He sido de los primeros en hacerlo, pero ni el sentimiento de responsabilidad, ni la ilusión o la esperanza o la impaciencia, ni siquiera la posibilidad de encontrarme más tarde con largas y deseadas colas han tenido nada que ver con tan tempranero ejercicio. Todo ha sido mucho más prosaico y realista. Simplemente, tras toda una noche de trabajo y en pleno camino de reencuentro con el sueño, el colegio electoral se ha cruzado en mi trayecto hacia casa. A la ilusión y a la esperanza espero encontrarlas ya adormecidas entre las sábanas.

   Mientras cogía las papeletas y las ensobraba he reflexionado, lenta y soñolientamente, sobre lo mucho que han cambiado las cosas en este país. Y sobre lo mucho que han de cambiar. Confieso que me he entristecido, o cabreado (no lo sé muy bien, mi disminuida capacidad sensorial en ese momento no me ha permitido distinguir mi estado de ánimo). Probablemente hayan sido las dos cosas. Ha sido entonces cuando el recuerdo se me ha llenado de las imágenes del cierre de campaña del PSOE en el año 1982. Allí estuvimos cientos de miles de personas, en la madrileña Ciudad Universitaria, un martes de finales de octubre -lo de ir a votar en domingo aún no se había inventado-, con Miguel Ríos pegando botes en el escenario mientras gritaba un Bienvenidos que igual servía para construir el rock’n’roll que una nueva España, con Aute ahogado y emocionado por una multitud unida Al alba o con Georges Moustaki que, en ese momento, había dejado de ser Le métèque. Y un Felipe González del que la hemeroteca me ha rescatado sus palabras:  “Si hay un pasado que fue de ellos, el futuro es nuestro, de nuestra libertad consciente. El futuro es de la mayoría que quiere el cambio. Adelante. Conquistemos el futuro en paz. Conquistémoslo en libertad. Dejemos a nuestros hijos una España mejor, con el esfuerzo solidario de todos. Adelante y a ganar. España y el futuro es nuestro". ¡Ay, cuánto han cambiado las cosas! ¡Cuánto se ha quedado en el camino! ¡Cuánta conquista frustrada por los conquistadores de lo ajeno! Aquellas palabras vuelven a tener ahora el valor de una profunda actualidad, aunque los cambios y las voces sean otros y algunos ya no sean creíbles.

   He votado y lo mejor será irse a dormir. Espero encontrar a la ilusión y la esperanza entre las sábanas. Cuando despierte, ojalá las saque a pasear.