Su vida era aburrida. De
esos aburrimientos malsanos, de los que terminan anclándose en el alma ennegreciéndola
con la propia sombra.
Un
día, ella se cruzó ante él. Llevaba su sombrero de paja, su blusa de dientes de
león y su vaporoso pantalón verde. No pudo remediarlo. La siguió. ¿Sería su
perfume? Terminó perdiéndose tras ella por calles para él desconocidas.
Perderse
es, a veces, la mejor manera de encontrarse.
19 #setentapalabras
© JM Jurado