En el museo, al descubrir el
lienzo colgado en la sala sesenta y dos, ella no pudo reprimir la emoción.
Contempló Escena pompeyana, de Alma Tadema,
su amado pintor, con la misma excitación que él había sentido minutos antes en la
sala veintiuno cuando, por sorpresa, ella le abrazó y le besó húmeda,
profunda y largamente y unas jóvenes japonesas reían tímidamente a
su lado mientras su pantalón se dilataba.
20 #setentapalabras
© JM Jurado