Hoy es el Día Universal del Niño. Universal... Demasiado grande, quizá. Sobre todo, cuando el número de universos se hace incontable y el de días es tan escaso. Rápidamente, mañana, ¿ya no será su día? Quizá mi excepticismo tenga que ver con mi exigua querencia por esto de los días internacionales, mundiales y hasta universales transformados en minutos de telediario, actos sobrados de pompa y declaraciones olvidadas al apartar el micrófono. Tenemos día para casi todo y de casi todo terminamos olvidándonos.
La obviedad se impone en estos casos. De nada sirven los cincuenta y cuatro artículos de la Convención sobre los Derechos del Niño sin la implicación real de lo público y lo privado, de lo colectivo y de lo íntimo asumiendo como propio e indiscutible que el único artículo posible debería ser: "Hagamos posible la felicidad". Y tras escribirlo, mientras escucho las marcadas notas del bajo de Twin Peaks, pienso que esta frase puede usarse de forma tan banal o tan profunda como el escalofrío, o la ausencia de él, que nos debería producir al repetirla en nuestro interior. Ser felices...
... Encontrando la felicidad es el lema de las II Jornadas "Educar para Ser". ¿Suena pretencioso? Es posible. ¿Y qué? ¿Qué más da? Quizá debamos serlo más a menudo. Pretender, querer, desear, ser... Sentirse protagonista de un cambio, de una manera distinta de hacer las cosas. Compartir la emoción del descubrimiento de un nuevo camino. Quienes promovemos las Jornadas así lo creemos. Quienes participan en ellas estoy seguro que también. El 21 de marzo es el Día Internacional de los Bosques. El 22 el Día Mundial del Agua. Preciosas coincidencias. Sigo inmerso en el escepticismo. Pero me encanta soñar.