31/10/14

Calor


En las madrugadas de mi calle, sea cual sea la época del año, el aire suele contener un olor a papel quemado, a pequeña hoguera recién apagada. Es un olor cálido que invita a imaginar una estancia recogida y pequeña, donde la noche ha transcurrido lenta, donde el amor ha hecho una parada en su recorrido nocturno.

Entonces te pienso. Y veo ante mí, como si pudiera tocarla, esa cama estrecha en la que dormimos abrazados en una confusión de pieles que han perdido su identidad para entregarse a la fusión. Sábanas blancas vistiéndote, respiración susurrante, manos exploradoras en el territorio de la inconsciencia. Y el tiempo en ausencia. Entonces soy feliz al pensar que acabo de abandonar ese lugar y que la realidad es esa y no otra. Con la primera luz del amanecer camino por la soledad creyendo que pronto volveré junto a ti.

Estoy voluntariamente atrapado en el mapa de tu cuerpo conviviendo con la añoranza de tu abrazo, con el recuerdo del inacabable tránsito por tus valles, montañas y simas. Tu calor, fuego eterno, me adormece y tranquiliza. 

Buenos días, vida.
# 2  cartas al amanecer
© JM Jurado