30/9/15

Aburrimiento

Su vida era aburrida. De esos aburrimientos malsanos, de los que terminan anclándose en el alma ennegreciéndola con la propia sombra.

    Un día, ella se cruzó ante él. Llevaba su sombrero de paja, su blusa de dientes de león y su vaporoso pantalón verde. No pudo remediarlo. La siguió. ¿Sería su perfume? Terminó perdiéndose tras ella por calles para él desconocidas. 

    Perderse es, a veces, la mejor manera de encontrarse.


© JM Jurado