De pronto, tuvo tiempo. Mucho tiempo. Todo el tiempo. “Puedo
dar tiempo al tiempo”, pensó. Lo tenía en tal cantidad que, pronto, dejó de
tener valor cuando comprendió que no podía utilizarlo. Todo lo que requería de
su tiempo se quedó al otro lado de la puerta de su casa. Inaccesible.
Mientras, los demás tiempos, aquellos que antes compartía,
continuaron transcurriendo acumulando horas, que se hicieron días, alimentando
el alejamiento.
64 #setentapalabras
© JM Jurado