Es una alegría inmensa encontrar cada mañana y cada tarde el aula llena, más aún conociendo las inmensas dificultades que muchos de los alumnos tienen para acudir a clase, algunas de ellas impensables, con las edades que tienen, en España o Reino Unido. Todos ellos y ellas, poseen, además, un valor añadido especial: han elegido voluntariamente el CODAF para reencontrarse con los estudios y para ello no les ha importado complicarse la vida.
Esta jornada nos ha traído hasta la mesa de trabajo la edición gráfica de la mano de Gimp, una aplicación desconocida para casi todos los alumnos que pronto ha despertado su interés cuando, tras unas cuantas manipulaciones, han podido comprobar como esa foto con su chico o su chica que tanto aprecian, pero que queda un tanto deslucida por estar en un contexto poco agraciado, se termina transformado en una imagen de ambos en una playa de Cancún, haciendo que, por unos instantes, los sueños se convierten en realidad.
Nuestro big man escocés, Chris, ha sido hoy el protagonista de la actividad. En su maleta, que atravesó junto a él el Océano Atlántico de norte a sur y de este a oeste, guardó todo el material necesario con el que construir unas máscaras que, algunas de ellas, recordaban a los rasgos de los jaguares mexicanos. El aula terminó convirtiéndose, por lo tanto, en una concentración de naguales que ejercían su poder protector sobre nuestro espíritu y trabajo. Chris confesó, más tarde, que se sintió nervioso ante la necesidad de tener que dirigirse a un público numeroso. Pero su inmedible corazón y su enorme generosidad y bondad le entregaron el ánimo suficiente para lograr un completo éxito.
Hoy, nuestra moneda de la suerte nos ha enseñado su otra cara. Nuestros compañeros, amigos, hermanos voluntarios mexicanos venidos de allende otras tierras más allá de Ciudad de México y que han estado conviviendo con nosotros las veinticuatro horas del día durante esta semana, han tenido que regresar a sus hogares: Marcial, el hombre que aprendió de pequeño lo difícil que es salir adelante y quiere allanar el camino a los demás; Iván, el hombre que lo dice todo con su sonrisa perenne y transmite la serenidad que necesitamos y Rogelio, el hombre que emana sentimiento, entrega, alegría, ánimo, fuerza y un profundo sentido de la generosidad. Jamás les olvidaremos. Jamás.