-Mira mi ombligo -dijo ella.
Y se
levantó la camiseta dejando a la vista su vientre de piel suave. En medio, como
una pequeña duna solitaria destacando en un apacible paisaje desértico, su
ombligo. Porque no apareció el hueco esperado, sino la prominente redondez de
la carne ocupando el espacio y reclamando atención.
Desde
entonces, él supo que la teoría que defiende el vacío del centro del universo
es falsa.
29 #setentapalabras
© JM Jurado