31/5/15

El afloramiento


Tras la borrachera de las elecciones municipales y autonómicas, se ha extendido una prolongada resaca verbal que, quizá, esté durando más de lo deseable. Ni siquiera los cafés con sal parecen surtir el deseado efecto de purga, pues el único vómito que producen en los pobres estómagos fascistas no les lleva a regurgitar la derrota ingerida, sino toda la bilis que escondían. 

    Estas almas cavernarias que han visto alterado su tranquilo y devastador paseo por este país, el páramo popular, su hábitat natural en el que han convertido esta tierra, están mostrando ahora su verdadera esencia. La condesa Aguirre nos proporciona diarios y apocalípticos scketchs anunciando que cualquier cosa vale para evitar la llegada de las siete plagas en forma de soviets y el derrocamiento de la democracia occidental si Manuela Carmena es alcaldesa de Madrid. Sólo logro explicar esta actitud si, practicando una especie de humor negro, grotesco y esperpéntico (discúlpeme, don Ramón), cree estar dirigiéndose a portadores de encefalogramas planos. Del relamido flequillo del portavoz popular Hernando han salido exabruptos diversos, llegando a asegurar, contundentemente, que lo que se avecina es un regreso a la España anterior a 1978, época que, añado, él parece añorar en el imaginario de una España dirigida con esa chulería que exhibe impúdicamente cuando recuerda a los que se quedaron en las cunetas. La aún presidenta navarra Barcina -del UPN, marca blanca del PP en el territorio foral-, ha ido un poco más atrás en la historia y ha llegado hasta Adolf, poniéndonos en la misma situación que en la de aquella Alemania prehitleriana. Una predicción que, supongo, nos aboca a la quema de moros (que no árabes), gitanos, maricones (que no homosexuales) y demás gentes de mal vivir y peor pensar. La que fue ministra de asuntos exteriores y que, con el tiempo, ha devenido en esperpéntica menina, Ana Palacio, habla de nostalgias y augura que en esta España (llena de españoles, como diría Rajoy), está a punto de producirse el advenimiento de una feliz Arcadia comunista o la implantación en nuestro territorio del régimen terrorista de ISIS que, para el caso, vienen a ser lo mismo. Una reflexión de este calado entra de pleno, sin duda, en el ámbito de lo paranormal (y de la psiquiatría clínica en lo que respecta a esta mujer, que ya creía emérita y afortunadamente diluida en el éter).

   A la sombra de las "voces autorizadas", han aparecido, y seguirán haciéndolo, multitud de mamporreros menores que abundan en la cuestión. Así, el inefable Hemann Tertsch, confirma algo que todos sabíamos y es de una evidencia meridiana: si Podemos llega al poder empezará a matar a gente. ¿A quién le puede caber duda alguna de que esta pesadilla que le persigue se hará realidad? El reparto de material bélico en los círculos de Podemos en forma de libros, cánticos, discusiones y propuestas así lo augura. Una tal Nuria Losada Natividad, concejala de una localidad valenciana, lo tiene claro: van a quemar iglesias y a violar a monjas. Yo, no llegaría a tanto. Con derogar el concordato entre el estado español y la Santa Sede me conformaría. Hace unas horas, un grupo de respetables ciudadanos que se han molestado en bajar desde sus lujosas viviendas del barrio madrileño de Salamanca hasta la cercana Plaza de Colón, han coreado amenazas de muerte contra periodistas, a los que han agredido, y dedicado insultos de índole diversa contra los resultados de estas elecciones. Y así siguen...

    Es evidente que esta indigestión electoral en la que la izquierda, en sus múltiples formas, ha recuperado el espacio y, sobre todo, las calles, produce el violento afloramiento de quienes se sentían cómodos en medio de la corrupción y el reparto de lo público entre manos negras privadas. Pero es que, quizá, la imbecilidad y el apocamiento que algunos nos atribuían no era tal. Y, quizá también, lo que las papeletas llevaban escrito es que la forma de hacer política ha de cambiar.

    (Y, llegado hasta aquí, y para terminar, he de hacer un largo paréntesis, pues lo local me ha aturdido. Como si de una Barataria venida a menos se tratara, una rara avis en medio de la debacle, en mi pueblo, Almansa, el Partido Popular ha logrado mayoría absoluta por primera vez en la historia. Parece que la presencia omnipresente del revalidado alcalde en los medios de comunicación de esta ciudad y la perenne sonrisa festera han surtido más efecto en el ánimo de los votantes que el incremento exponencial del paro y la pobreza entre mis vecinos, el regalo de cargos y puestos de trabajo entre familiares y amigos, el intento de privatización del Hospital, la venta del agua que es de todos, el engaño de los Pandos, las mil dudas sobre la salvación con nombre de Giba Cars... Pero esto son cosas locales, menores, pura pataleta... Aunque es posible que, a pesar de su menor importancia, sean dignas de estudio en alguna cátedra de Sociología o Psicología).