Amor, durante la noche las palabras no duermen. En este amanecer, mientras el primer intento por abrir los ojos todavía era sólo un propósito, me he encontrado con algunas de ellas subiendo y bajando las leves dunas formadas por los pliegues de mi desértica almohada.
Falda,
huida, eternidad, nacimiento, piel, silencio, boca... recorrían el
territorio fronterizo con el laberinto de lo errático, esforzadas en
mantener juntas sus letras, sin otro destino ni significado que ocupar
la inconsciencia esteparia de la otra vida que llamamos sueño. Ha sido entonces, al llenar tu mirada mi amanecer, cuando todas las palabras han
encontrado su orden. Y ahora viven en ti.
Se
inicia el día con pereza, escondido aún tras una niebla que prolonga la
madrugada, como deseando alargar la realidad abandonada entre las
sábanas, esa en la que eres posible. Buenos días, reina de mis palabras.