No pudieron evitarlo. De los
te quiero transportados en el susurro pasaron a las miradas llenas de
elocuencia. De los ojos clamorosos, a las bocas hambrientas de besos. De la
humedad de los labios, a la suavidad de las pieles ardiendo bajo las ropas.
Entonces,
susurros, elocuencia, clamor, humedad, suavidad y ardor se confundieron en la
madrugada del banco del parque, mientras las estrellas y algún vecino insomne
les observaban.
11 #setentapalabras
© JM Jurado