Era usuaria de las páginas de contactos. Él también. Ella no pasaba de cuatro frases en las conversaciones con sus “Me gustas”. Lo soez y lo explícito la retraían. Él hablaba fluidamente. Era un tipo educado. A pesar del algoritmo, nunca llegaron a cruzarse.
Ella toma un café sentada a la barra. Se le cae el bolso. Él lo recoge y se lo entrega. Los algoritmos son, aún, muy deficientes.
127 #setentapalabras
© JM Jurado