A ella le encantaba ir sola a los restaurantes. Comía y cenaba en ellos más que en su propia casa, recorriendo la ciudad para disfrutar cada día sabores nuevos de las más distintas gastronomías.
Invariablemente, entre el primer y el segundo plato, siempre preguntaba a un camarero por el tocador de señoras. Y aunque en todas las ocasiones le dieron indicaciones precisas de cómo llegar hasta él, nunca lo encontró.
110 #setentapalabras
© JM Jurado