Al descolgar oyó su voz angustiada, hablando sin parar. Entonces lo dijo:
—No puedo más. Escapémonos juntos.
Asombrado, no creía lo que oía.
—Compréndelo. No podemos... —contestó.
Colgó. Aquella tarde habló con su marido, su mejor amigo. Nada le sorprendió.
—Está harta de mí. ¿Por qué no aceptas? Confío en ti. Yo os pago el viaje.
Pasmado, no supo qué decir. Sólo minutos después, respondió:
—Lo consultaré con mi mujer.
103#setentapalabras
© JM Jurado