Atónito, con una sonrisa
cómplice bajo su sombrero de copa, el portero del hotel contemplaba la escena junto a él mientras, tras desviar la mirada hacia ellos, los peatones seguían su curso sin
detenerse.
Viéndolos, nadie hubiera
creído que ella y él se veían por primera vez. Que se abrazaban, se tocaban, se
olían por primera vez... Que se besaban con la pasión de quienes mañana
volverían a no verse.
60 #setentapalabras
© JM Jurado
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