Hoy, los sueños y las esperanzas de todos han surcado los
aires. Gracias a la tercera ley del movimiento de Newton hemos metido en unas
botellas-cohetes nuestros mejores deseos (convenientemente mezclados con
vinagre y bicarbonato) y han volado hasta lo más alto del patio del Centro
para, desde allí, propagarse por toda la Ciudad de México. Estamos seguros de que,
con el tiempo, llegarán a los destinos imaginados. Daniel y Martin pusieron la
idea y el resto hemos impulsado su despegue.
Avanzamos, proseguimos con este arranque de un largo
aprendizaje que terminará transformando las oportunidades en realidades y
durante la jornada hemos iniciado los primeros pasos en los programas que
componen Microsoft Office. Se suceden las emociones, la generosidad y los gestos que indican que entre voluntarios
y alumnos se está formando una red de vínculos que va espesándose día a día o,
lo que es lo mismo, va creciendo de manera imparable la amistad. Y lo seguirá
haciendo a partir del lunes, cuando a más de nueve mil kilómetros de distancia
se inicie nuestra labor de seguimiento, apoyo y aliento para todos los chicos y
chicas.
Está siendo éste un proyecto muy cumpleañero. De nuevo hemos
tenido un motivo para la celebración y, en este caso, ha sido Juan, alumno de
Owin, el agasajado. De todas formas, si no tuviéramos cumpleaños, los
inventaríamos. El caso es encontrar motivos para pasarlo bien.