Acto primero. Movidos por la música que los emociona, se levantan de sus sillas y comienzan a bailar. En el restaurante, el resto de comensales sonríen.
Acto segundo. Noche avanzada. Ante la verja son incapaces de reprimir el silencioso lenguaje de las manos y las bocas. Las cámaras, vigilantes del perímetro del edificio, se giran hacia ellos.
Escena final. Madrugada en exterior. Recuerdan cómo, minutos antes, se amaban con intensidad.
94#setentapalabras
© JM Jurado