26/10/14

Esperando tu despertar


 
En esta hora donde las sombras duermen, atravieso la madrugada con los sentidos batallando contra el ahogo del sueño. Hasta hace unos instantes, mi rendición parecía algo inevitable cuando comencé a sentir un invisible peso, como aire sólido, posado en mis párpados. Sumiso ante el cansancio, en el desfallecimiento de la derrota aún tuve tiempo para pensar que había de dejarme vencer, que el sueño me llevaría hasta ti, que ir o venir sería posible transportado por la inconsciencia. Pero entonces, ante mi mirada aparecieron tus piernas inacabables. Entonces tus caderas volcánicas entraron en erupción y tu pelvis fue puro magma. Entonces tu vientre tembló con las ondas que parecían manar desde la loma de tu ombligo. Entonces tus pechos erguidos, dulces y feroces, brillaron iluminando mi noche. Encontré, entonces, tu mirada abismal y por tus labios entreabiertos salió el aliento de tu alma. Y me envolvió. Y dejé de poseer la certeza de si esta mesa, estas paredes que creo tener ante mí, sostienen el escenario de mi realidad o la verdad de mi existencia se encuentra prendida de tu presencia. 

     Me he acostumbrado a tenerte perenne en mis sueños, ya es hábito vivir en ellos y creer que todos los entornos son mera ilusión sin ti, pues la quimera es ahora tu ausencia en lo cotidiano. Te busco para llevarte al encuentro con el hueco que existe para ti en cada una de mis acciones, mientras la imaginación se confunde con la realidad en una de esas mezclas que dan sentido al deseo.

     Ahora, en este amanecer, me deslizo entre tus sábanas esperando tu despertar. Ya sólo espero el final de tu descanso para iniciar el mío. Mientras, seguiré contemplándote como lo he hecho cuando la fortuna me ha concedido la oportunidad de lo tangible y concreto, de lo que llega acompañado de perpetuos olores, escalofríos, susurros y silencios. Todo eso que se afana en convertirse en vida estampada en el recuerdo. 

Buenos días, mi ilusión.
# 1 cartas al amanecer
© JM Jurado